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Ensayos Hispánicos
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05 de Enero, 2011 · General

Tito y Berenice obra teatral de René Marqués

INTRODUCCIÓN

 

Acercarnos a la obra de René Marqués no es un asunto nuevo ya que en diversas etapas de nuestra vida hemos admirado, leído y aun criticado, en la prensa al menos, parte de la diversa literatura de este polígrafo puertorriqueño. Lo novedoso radica en el acercamiento a su teatro más allá del afán de la enseñanza.: El teatro de René Marqués logramos profundizar en las ideas del rumano Lucien Goldmann, acercarnos a su método de análisis de las tragedias de Racine y del pensamiento pascaliano, en su admirable trabajo de método y análisis El hombre y lo, absoluto: el dios oculto.

Intentaremos el análisis de la obra Tito y Berenice de Marqués a la luz de la estructura. de visión trágica. Es preciso ver esta postura que Goldmann llama estructura como una posición de profundo sentido humanista: es la búsqueda de la verdad radical en un texto literario que trascienda al texto, y aun al mismo escritor para insertarla en el marco estructual mayor: la sociedad. Pero, evitando caer en el sociologismo de reflejo, para buscar, fundamentalmente, cuál es el creador colectivo detrás de la manera de ver el mundo al modo como se presenta en su obra; es decir, cuál es la visión de mundo de este autor o con qué clase social se identifican sus ideas; pues, para Goldmann, el escritor es uno de esos seres que, como individuo excepcional de una clase, puede lograr el máximo de conciencia posible dentro de una determinada visión de mundo.

Como pensador dialéctico, Goldmann, decididamente, plantea que los hechos de los seres humanos "forman siempre estructuras significativas globales cuyo carácter es a la vez práctico, teórico y afectivo, y que estas estructuras s6lo pueden ser estudiadas positivamente - es decir, ser explicadas y comprendidas a la vez en el contexto, de una perspectiva práctica fundada en la aceptaci6n de determinado conjunto de valores".[1]

Procede entonces a la definición sobre la estructura que él llama visión trágica que no es exactamente una definición, sino un. conjunto de ideas sobre qué constituye la visión trágica. Amparado en el análisis de los Pensamientos de Pascal y Racine en el teatro-- por su relación con la ideología jansenista (especie de herejía contemporánea dentro de la Iglesia Católica) al utilizar las estructuras mentales que las posiciones de los distintos religiosos asumieron al ser reprimidos, y al vincular sus posiciones con las distintas corrientes que tomaron partido de un lado a otro, entre las fechas de 1637 al 1677 logra el autor la idea de que estos hechos históricos están de tal modo relacionados con una ideología de corte trágico y de origen clasista.

Goldmann ubica la línea dialéctica de Dios, el Mundo, el Hombre, en la ordenación triádica, como la tesis, la antítesis y la síntesis. Entra, por ejemplo, en el capítulo Dios y nos ofrece una perspectiva de distintos enfoques teológicos para explicarnos que, la visión trágica, es, "tras el periodo amoral y irreligioso del empirismo y el racionalismo, un retorno a la moral y a la religión, siempre que se tome esta última palabra en su más amplio sentido de fe en un conjunto de valores que trascienden al individuo".[2]

De aquí en adelante, comenzaremos a ver unas ideas esenciales al concepto de tragedia que se salen del marco historicista y de vinculación aristotélica. Goldmann sostiene que el pensamiento trágico es radicalmente ahistórico, pues el porvenir le está negado: sólo tiene una dimensión de tiempo y esta es el presente. Aquí se entra a ver la idea de que el concepto Dios puede ser, para Goldmann, sinónimo de comunidad y de universo. Al tomar a Pascal como referencia indudable, ya la voz de Dios no habla al hombre, pues éste resulta ser un Dios oculto. Esta idea es esencial para comprender la configuración que hace Goldmann. Al tratar de Dios, siguiendo la perspectiva de Pascal, éste resulta un Dios ausente y presente, aunque paradojalmente, el que contesta y no de forma simultánea. De este modo, viene a ser una presencia permanente, siempre ausente y siempre presente, por lo que redunda en el principio mismo de la tragedia. Por supuesto este "Dios" tiene valores que son sumamente difíciles de lograr por el hombre en el mundo. De ahí la oposición paradojal que se encuentra en las ideas de los cristianos que postulan como Pablo que amistad con el mundo es enemistad con Dios. En este sentido, Goldmann empata el problema original de la tragedia primitiva ya que al ser canto religioso, en sus orígenes su propósito esencial era despertamiento del sentido de piedad y aun de horror entre los espectadores. De modo que el espectador medio de aquellas obras se viera obligado a pensar que si esas cosas pasaban a personajes principales, por haberse puesto en contra de la voluntad de a1gún dios (o dioses) qué no podría esperar el resto de los ciudadanos. En esta tragedia primitiva, la mano oculta de algún dios es la que mantiene los acontecimientos desgraciados caminando es, finalmente, quien echa la suerte del ser trágico. En este modelo de análisis, podemos entender que Dios no necesariamente tiene que ser el dios de la antigüedad, ni pagano ni cristiano; se pueden identificar en la obra analizada el dios o los dioses ocultos, según sea el caso, por el poder último que sostiene la fuerza final de los valores absolutos, que generan la peripecia que finalmente confronta al trágico con su propio destino..

En el capítulo dinámico de el mundo, Goldmann se ocupa de la conciencia trágica: y en ella, va expresa una crisis profunda entre el mundo, los demás hombres y el mundo cósmico. Según su autor, el trágico asume una postura ante el mundo de todo y nada. Lo de todo por sus valores absolutos (típicos del que está bajo la mirada de Dios, que los exige), nada porque en el mundo, no puede realizar esos valores pues el mundo se rige por valores relativos. Puede vivir en el mundo sin participar ni gustar. Como afirma Goldmann: " Vivir significa conceder al mundo la existencia; sin participar ni gustar significa no reconocerle ninguna forma de existencia real.[3]

El autor nos habla entonces de la coherencia que es de por sí paradójica; habrá en el trágico siempre una exigencia de totalidad, y aunque el trágico nunca renuncia a la esperanza no la sitúa-en el mundo, sin embargo. Por eso Golmann comenta que:

 

(...)La distancia infranqueable que separa del mundo al ser que vive en é1 exclusivamente pero sin-participar en él libera a su conciencia de las ilusiones corrientes y de las dificultades habituales y convierte el arte y el pensamiento trágicos en una de las formas más avanzadas de realismo.[4]

Goldmann nos aclara que el trágico desprecia la elección o las posiciones intermedias (de lo contrario ya no es trágica su conciencia) y prefiere el y el no, es decir, la síntesis. Como su valor es auténtico, exige la totalidad. Precisamente, ahí es que radica el elemento dialéctico de este pensar, pues lo que busca no nada más ni nada menos que la unión de los contrarios.

La otra posición del trágico, según Goldmann es la exigencia de claridad, pues ve el mundo confuso y el mundo en vive está hecho de paradojas (igual que é1), de "fuerzas antagónicas que se oponen sin poder unirse o excluirse, en elementos complementarios que nunca forman un todo."[5]

El mundo es, en resumen, confuso, contradictorio, se rige por valores relativos, contrario a los absolutos del trágico por lo cual le resulta difícil encontrar en é1 "una línea de conducta válida, clara y unívoca". En fin, que la posición del personaje trágico es la soledad o la muerte, pues aunque el trágico no acepte la ambigüedad; su insistencia en realizar sus valores irrealizables en e1 mundo, le confieren finalmente la presencia de su sentido trágico.

El tercer punto de esa tríada es obviamente el hombre. Goldmann aclara que esa posición sobre el mundo es sólo para el trágico, no toda conciencia ve el mundo ambiguo y contradictorio; en definitiva son los valores absolutos del ser trágico en choque con el mundo los que conducen a la tragedia. Porque el trágico no conoces de medias tintas, todo o nada, es su lema. El trágico, de acuerdo a Goldmann, tiene siempre una exigencia absoluta de verdad.

El autor resume en términos generales sus ideas del siguiente modo:

Las páginas anteriores han permitido determinar, espero, los elementos fundamentales de la conciencia trágica e iluminar su coherencia conexión interna: el carácter paradójico del mundo, la conversión del hombre a una existencia esencial, la exigencia de verdad absoluta, la negación de toda ambigüedad y de todo compromiso, la exigencia de síntesis de los contrarios, la conciencia de los límites del hombre y del mundo, la soledad, el abismo infranqueable que separa al hombre del mundo y de Dios, la apuesta sobre una existencia es indemostrable, y la vida exclusivamente para este Dios siempre presente y siempre ausente; y finalmente, consecuencias de esta situación y de esta actitud, la primacía de lo moral sobre lo teórico y sobre la eficacia, el abandono de toda esperanza de victoria material o simplemente de futuro, la salvaguarda pese a todo de la victoria espiritual y moral, la salvaguarda de eternidad.[6]

En la larga y fructífera obra de dramaturgia marquesiana, a fina1es de la década del sesenta, y luego de una serie de etapas desde el neorrealismo pasando por el drama poético hasta incursionar en el teatro del absurdo y el drama histórico, Marqués se aventura en la tarea de recrear ambientes bíblicos. Pero es, curiosamente, en estos dramas que se le impone tarea de usar técnicas cinematográficas, aunque reduciendo su obsesión por el discurso de acotaciones prolijo. Esto último no tan evidente en Sacrificio en el Monte Moriah, sino en los dramas "gemelos" David y Jonatán y Tito y Berenice.

 

De estos dos dramas publicados en 1970, nos ocuparemos de Tito y Berenice ya que se desarrolla en el año 70 después de Cristo con el fin, sugiere el prologuista Vázquez Álamo, de darnos una estremecedora parábola del mundo actual."[7]

Nos interesa esta obra e intentaremos un análisis siguiendo las ideas que sobre la tragedia Goldmann desarrolla en la obra crítica que hemos descrito. En este ensayo de análisis sociológico estructural-genético, Goldmann se ocupa también del teatro de Racine como participante de la visión trágica objeto de su teoría. Y una de las tragedias analizadas y discutidas es precisamente Berenice. La misma posee protagonistas semejantes a la obra de Marqués, aunque tranquilamente podemos decir que ahí termina todo parecido. Marqués se ocupa del tema de forma y enfoque distintos. El asunto es un probablemente un hecho histórico o, al menos, un asunto legendario de tradición judeocristiana.

Al hacer el estudio comprensivo no intentaremos hacer alusión a los análisis que de Berenice hace Goldmann, pero sí nos interesa aplicar los elementos más relevantes de su teoría para examinar si los personajes de Marqués participan de la visión trágica y, a nivel explicativo, determinar cuál es la visión de mundo que subyace detrás la creación de esta obra.

A manera de planeamiento hipotético, podemos indicar que este drama, como gusta llamarlo su autor, está cercano a la clasificación de Goldmann de tragedia sin peripecia ni reconocimiento. De este modo, puesto que su autor no pretende seguir el modelo clásico del concepto de tragedia, únicamente examinaremos los elementos de la visión trágica que su autor confiere a sus personajes para salvar la contradicción que representaría el tratar una obra como tragedia sin que esta esté ubicada dentro de esa estructura dramática. Así, según Goldmann "Al partir del tema central de la visión trágica, la oposición radical entre un mundo de seres sin conciencia auténtica y sin grandeza humana y el personaje trágico, cuya grandeza está precisamente en la negación de este mundo y de la vida, se hacen posibles dos tipos, de tragedia: la tragedia sin y la

tragedia con peripecia y reconocimiento; la primera se divide a su vez en dos tipos, según sea el mundo o el héroe trágico lo que figure el centro de la acción."[8]

De este modo, el teórico nos hace claro que la tragedia "sin peripecia ni reconocimiento" es aquella en la que el protagonista sabe bien desde el comienzo que no será posible la conciliación con un mundo desprovisto de conciencia, al que se opone sin desfallecimiento ni ilusión a1guna.[9] En este caso nos parece que, al menos, el personaje de Berenice encaja perfectamente en dicha definición. Toda. la dinámica de comienzo al fin demuestra. una actitud de escepticismo, al menos. Y sólo se debilita ante el tiempo que la protagonista, --identificada aquí con la visión trágica-- pasa junto a Tito, dando por resultado el que se enamore de éste, pues ella entra a la relación amorosa que ordena la trama de comienzo a fin, sin gran entusiasmo ni sentido de ilusión.

¿Cuál es pues la situación de esta obra? La fábula está planteada hábilmente en una dinámica de amor hombre-mujer. Siguiendo la tradición de la tragedia de corte clásico, sus protagonistas son todos principales. Tito es un general hijo del emperador a quien deberá suceder a la muerte de éste. Berenice es la princesa judía de la recién destruida Jerusalén. La belleza física de ella es extraordinaria, con la salvedad de ser una mujer de mayor edad que Tito. Posee amplia experiencia, debido a que su vida ha sido un tanto disoluta. Tito,, por otro lado es el dominador, políticamente hablando, pero rendido momentáneamente al plan de Herodes Agripa, un plan ya de antemano descartado, pues al momento de llegar Berenice a interceder a favor de la no-destrucción de Jerusalén la misma es ya un hecho consumado.

A partir de este instante, se inicia la dinámica entre Tito y Berenice. Marqués se asegura de esbozar el personaje para que se nos represente como carente de ninguna contención al involucrarse sentimentalmente con el destructor de su pueblo y de su templo Hace la salvedad de colocar una actitud escéptica cuando habla con cierto reproche y con evidente altivez delante de Tito. Su actitud para mostrarse conocedora de la sabiduría de su pueblo es defensiva; aunque, sin duda, ella no es realmente una creyente. La vemos acudir a citas del Cantar de los Cantares y del Eclesiastés, libros de por sí, no son tan teológicos, al menos en forma aparente, en el sentido doctrinario de la palabra. No hay en ella, como hebrea, un apego a la Torah, por ejemplo.

Si nos guiamos por las características presentadas por Goldmann, Berenice encaja fundamentalmente en la categoría del trágico. Pero sólo a partir del momento en que establece una relación amatoria con Tito. Anteriormente es una persona sin valores que la definan; más bien luce como un ser inmoral; o quizás, a juzgar por la crianza que le ha brindado Herodes, tal vez pudiera verse como un ser amoral. El sentido ético de esto elementos se poden en boca del mismo Herodes Agripa: "nunca he sido ni pretendido ser inmoralista", afirma en un momento de la obra. En cuanto a Berenice, su misma actitud al comienzo de su relación con Tito, pone de manifiesto la conciencia de su estado moral: "Casada con mi tío, separada de éste. Y amante de mi propio hermano."

En cuanto a la relación amatoria con Tito Flavio desde el comienzo su actitud resulta defensiva, con la conciencia de saber con quién trata, pero a la misma vez guiada por la posibilidad, o diríamos mejor, por la apuesta que hace en la creencia o en la posibilidad del amor. El problema del personaje de marqués es que está creado con una alta dosis de conciencia ante todo. Berenice es presentada como una mujer astuta, alerta que sabe muy bien que su único vínculo posible al poder del amor, es su belleza física, fechada ya de antemano ante la notable juventud de Tito.

Decimos conciencia porque Berenice sabe muy bien quién es Tito F1avio y qué cosas ha hecho ( especialmente contra su pueblo). De modo que su entrada a la aventura amorosa aunque es casi por curiosidad, y Marqués se encarga de dejarnos bien claro el sentido de superioridad que ella despliega, especialmente delante de su amado. Los elementos de esta superioridad se hacen muy claros:  por edad (que en la mujer se torna a la larga en su derrota), en sabiduría, en experiencia y, sobre todo en capacidad. Hay también el sentido de la superioridad por la cultura, todo lo cual encaja dentro de las homologías que Goldmann establece y que se hacen evidentes en la intención del autor de homologar la situación política de Puerto Rico con los Estados Unidos en esta obra de manera semejante a la que hace en Sacrificio en el Monte Moriah, donde el imperio es el dios bíblico Yahvé y Abraham no disimula mucho su parecido con la figura, hoy histórica, de Luis Muñoz Marín, quien también es sujeto protagónico, apenas disimulado, en la obra La muerte no entrará en palacio.

De vuelta al personaje de Berenice Marqués hace que sucumba ante la hermosura viril de Tito, destaca especialmente su juventud y, sobre todo, su fuerza. Berenice dice en un momento particular del drama: "La fuerza, a ojos de los ingenuos, puede convertirse en hermosura." En esas palabras se puede entender que ella reconoce su ingenuidad o probablemente que está al tanto de cuán ingenuo resulta Tito. De este modo, reconoce la fuerza de ella basada en la hermosura.

Al considerar el aspecto de los valores, veremos que los de ambos se asemejan en el sentido de haber aceptado la igualdad de sus pasados licenciosos; y, en el caso de Berenice, al echar a un lado, el hecho innegable de que Tito es el opresor de su pueblo. Pero después de todo, ¿quién es Berenice sino la hija del opresor su pueblo, Herodes? De este modo, Marqués, salva la contradicción y le confiere incluso un elemento de ironía dentro del marco de los hechos dramatizados.

Por otra parte, el personaje de Berenice ostenta al menos un valor absoluto y este resulta ser a fin de cuentas el amor. De ahí su corte trágico pues con él se lanza a la triste apuesta. Lo que habrá de ocurrir después lo sabemos a la escena IV. Un año de amor y felicidad para Berenice y Tito; especialmente para ella que un año le ha parecido un día. También se han casado, así que vemos a Tito ir más allá de la idea de una aventura. Pero, de aquí en adelante, se van a segregar los valores que hasta ahora han compartido. Tito inicialmente, es quien habló de amor a la escéptica Berenice. No obstante, él debe partir ahora porque el deber le llama. Debe hacerlo sin ella. Va a convertirse en el próximo César, por lo cual tiende un puente infranqueable entre ambos, y de este modo se convierte en parte del mundo. Veamos:

Tito - ¡Oh, Berenice, Berenice! Hice todo lo imaginable por mantener nuestro matrimonio en secreto. Pero Roma todo lo oye, Roma todo lo ve ... Roma todo lo sabe. El Senado ... El Senado exige que antes de mi coronación te repudie públicamente, y me case con una romana.[10]

En este fragmento notamos claramente cómo el concepto del Dios ausente y presente de Goldmann se pone de manifiesto a través de la impersonal Roma, quien será, desde luego, la instigadora de la tragedia personal de Berenice. El Senado, por otro lado, se representa como el mundo, con sus valores contrarios al personaje trágico en que, sin duda, se convierte Berenice, a partir de esa escena. También a partir de ese momento Tito es también el mundo. De aquí en adelante Berenice manifestará más plenamente su comportamiento conforme a la idea delos que Goldmann señala como una conciencia trágica. Ella pregunta:

 

“Berenice:       Tito, ¿ no hay alternativa, pues?

A lo cual él responde:

Tito:            Habría una...,según los criterios del Senado.

Berenice:        ¿Cuál es, Tito?

Tito:            Hacerte asesinar."[11]

 

Observamos en el personaje de Berenice su entendimiento claro, su reconocimiento, como ser trágico, de que su solución se ubica ahora en la muerte. Su suerte está echada, y sin duda estuvo así desde un principio; pero hizo la apuesta deque nos habla el crítico y ahora se presenta la pérdida. De aquí en adelante, da comienzo la dinámica de una tragedia de negación, dentro del concepto teórico goldmaniano. Por eso su respuesta:

 

Berenice - ¡Eso! (Pausa.) Pues bien, da la orden, Tito Flavio. Sin ti, estaría muerta en vida. Prefiero morir ahora. (Pausa) ¿Qué esperas? ¡Da la orden![12]

 

Tito acaba de hacer una componenda con sus intereses, al supeditar el amor al                   poder. Mas no por eso manda. a matar a su princesa hebrea. La quiere; pero también quiere el poder, o sea, ser emperador. O lo, que a fin de cuentas es lo mismo, para los fines de este análisis: comparte los valores relativos del mundo. Ha preferido el poder al amor, sólo que el personaje no lo admite. Intenta mantener a ambos. Tito hace elección no sin antes dejar expuesto su plan secreto: Cuando tenga suficiente poder volverá por su princesa. Ella sabe que es sincero en esto: "Volveré para llevarte a Roma. Un día volveré, Berenice. Un día volveré ..."[13]

 

Y ella, por supuesto, no lo duda; como no duda de su lejana circunstancia en ese entonces:

 

Berenice:        Sí, un día, volverás... Volverás ... Pero ... cuán lejos de mi

tiempo estará ese día.[14]

 

Nos parece que aquí está esencialmente, planteada la estructura significativa coherente de esta obra que, creemos, es el escepticismo. Escepticismo, ante el dominador, ante su propia vida, ante la posibilidad del amor, ante el poder. Se entiende visto esto desde el ángulo de Berenice.

Ese escepticismo hay que verlo, pues, como, una actitud de frustración ante los hechos de parte de la protagonista quien, por otra parte, no ha tenido problema alguno en amar --aunque fuera momentáneamente-- al destructor de su pueblo y de su templo. Pero también hay que plantearse que esta obra, como hecho social, corresponde a unas estructuras mentales de un autor que responde al mismo tiempo a una clase; que su autor, Marqués, guarda un máximo de conciencia posible dentro de esta misma clase social y, que al momento de generar esta producción dramática, se corresponde con los elementos destacables y característicos de la clase de donde procede. Marqués no sólo procede de la clase burguesa hacendataria, también abraza los valores a nivel de un nacionalismo radical y militante de oposición al régimen norteamericano, pero lo hace a posteriori, cuando ya el hecho de la invasión es largamente un dato consumado (como en su obra la destrucción de Jerusalén). Podemos establecer el escepticismo como estructura significativa dado el hecho de que el mensaje final de toda obra de este polígrafo resulta una actitud de descreimiento en las bondades del poder imperial sobre Puerto Rico. Con lo cual el nacionalismo de Marqués encaja perfectamente dentro de la tradición que se puede trazar hasta finales del s.XIX. En sectores del independentismo decimonónico están las raíces de ese escepticismo. Por supuesto que es apropiado recordar la visión de salvador que se tuvo de los Estados Unidos, a finales de siglo pasado; enamoramiento que tuvo la clase dominante puertorriqueña para después comprobar que el asunto era mucho más complicado a la larga.[15] Recordemos que la actitud no fue exclusiva de Puerto Rico, ¿quién va olvidar la poesía ditirámbica de Darío y muchos poetas hispanoamericanos que veían en el joven coloso del norte una fuente de inspiración ingenua ante la posibilidad de progreso y de civilización progresista y de futuro?

El Tito optimista, determinado, decididor (aunque indeciso a veces) impone su acción sobre los otros: peripecia y reconocimiento, pues como hemos señalado perfila una clara homología con los E.U. Berenice bien podría leerse como la clase hegemónica que detenta el poder a la llegada del nuevo poder al momento de la ocupación del el país con el consecuente cambio de soberanía. Esto se hace evidente en el epígrafe que escoge Marques del Eclesiastés: "Lo que fue siempre será lo que se hizo, lo mismo se hará; nada hay nuevo bajo el sol" Aquí claramente se plantea un sentido que resulta, dentro del contexto de la obra, una alusión clara a la situación de Puerto Rico que tanto obsesionaba a Marqués, como escritor de carácter nacionalista en sus posturas literarias.

Si miramos la vinculación de la obra de Marqués y la contrastamos con la de Racine, veremos que la Berenice del boricua es una mujer mayor que Tito, algo que no existe en la obra de Racine y que desconocemos si es un elemento histórico. El hecho de destacar la conciencia de la propia cultura que ella tiene resulta altamente esclarecedor. En el caso de Puerto Rico sabemos claramente que es un País muchísimo más antiguo que el de su metrópoli. Así el periodo de "amor" de Berenice corresponde con el periodo en la historia insular de finales de siglo y comienzos del nuevo. La distancia que Berenice establece al final de la obra entre ella y Tito, porque le faltó "amor" cuando realmente era todavía viable, es una curiosa manera de plantear la incompatibilidad histórica de ese amor como lo percibe Marqués desde su perspectiva de miembro de una vertiente del independentismo de raíz burguesa-hacendataria que Quintero identifica con el nacionalismo militante".

En la escena siguiente ocurre la coronación de Tito; escena donde se representa el mundo y el dios presente y ausente a la vez del de Roma. Allí aparece Berenice vestida pobremente; besando a Tito delante de la ya emperatriz de quien recibe desprecio. En eI discurso de las acotaciones Marqués anota que al besar ella la mano "No sabemos si es dolor por una mordida o por un beso que ha mordido muy hondo su corazón."

Es Importante destacar aquí que Berenice al comienzo de la obra ha advertido a Tito que: "Lo que el imperio absorbe de una colonia puede en ocasiones ser veneno mortal." Desde luego la trama de acontecimientos insistirá en el germen de contradicción que constituye el fermento de revolución en que ha de convertirse el cristianismo en el seno del Imperio Romano. Esto Tito ni puede intuirlo, pero Berenice, como imagen de una cultura más antigua que Roma, pone en evidencia su sentido de sabiduría que estará presente en toda la dinámica de la obra hasta el final.( La escritura de esta obra a finales de los años sesenta coincide con el periodo de actividad y esperanza política momentánea de Marqués dentro del Movimiento Pro Independencia.)

La escena VI es una interesante. Primero técnicamente Marqués hace simultáneamente aparecer en escena a Tito y su amante Flavia y a Berenice y un amante hebreo romanizado, cuyo propósito de acercarse a ella fue predicarle el mensaje de Pablo. El joven amante hebreo lleva el nombre romano Marcos. Resulta interesante la homología con la juventud del momento en Marqués escribe,: de otra cultura, pero en proceso de asimilar elementos culturales del poder central político.

Todavía la princesa tiene sus encantos y toda la escena es el busca en el otro la Imagen de Tito, a quien, por otro lado, le ocurre Igual. Notamos que, Berenice, aquí ha decidido vivir en el mundo pero sin participar ni gustar de él. Puede parecer contradictorio el que ella participe de su sexualidad, pero creemos que la idea de valor de uso en ella no ha cambiado. Es por eso que en el diálogo de Berenice con Marcos, ella afirma que fue a Roma, lugar de tinieblas, por amor. Se puede inferir que esta escena ocurre aproximadamente después de la coronación de Tito.

Cuando Tito le comenta a Flavia del peligro de los judíos cristianos que le odian sólo recuerda que hay una (refiriéndose a Berenice) ... que a él le parece le ama. En esta escena ha ocurrido en tomas casi simultáneas las dos escenas de Tito y Berenice con

sus respectivos amantes. El propósito es poner de relieve las vidas en paralelo después del repudio de Tito a Berenice y destacar la circunstancia de que todavía existen vínculos amorosos ya que ambos claman uno por el otro en brazos de cada amante. 0, puesto en otras palabras, cada amante es una mediación entre el amor de uno y otro.

También es necesario ver que Marqués introduce en esta escena el "peligro" de carácter judío que va naciendo en su imperio y del que el emperador apenas se percata. Así se inicia el diálogo entre Flavia y Tito al inicio de la escena correspondiente:

 

Tito ~(Riendo) ¡Estás loca! Ya los cristianos han recibido lo que merecían. ¿Cómo pueden hacer daño al Imperio?[16]

 

Aun dentro de esta circunstancia, de escena amorosa, se da el elemento dialéctico de contradicción política que constituye el elemento cristiano, en su mayoría judíos, y que odian a Tito. Fermento que ha de significar el triunfo histórico a la larga de la herencia cultural de Berenice sobre la de Tito, visto desde el punto de visita histórico y no como se presenta el texto, que no llega nada más que a sugerirlo en las significativas palabras finales de Berenice a Tito cuando le dice: "Vuelve al espejismo de un sol que...también llegará para ti. Y para Roma."[17]

También hasta esta escena la dinámica de Tito a nivel personal ha sido la de seguir una vida de placeres en la que ha abandonado, un tanto, sus asuntos de estado. En la escena VII tenemos la oposición Tito vs. Senado como representantes del mundo. Los senadores vienen a advertir al emperador del descontento con su política en todos los sectores que sirven de apoyo a su poder. Y, desde luego, se hace hincapié sobre la "molestia" que constituyen los cristianos. El poder es una estructura que está presente en esta obra incluso, porque fue intención expresa del autor que lo subtituló "drama de amor, poder y desamor."

En apoyo a esta perspectiva, es útil recordar que la relación amorosa de Tito y Berenice está precisamente montada sobre una particular dinámica. de poder. En esencia, parece que toda relación amorosa, dentro del estado actual de la humanidad, gira de alguna forma mediante un movimiento de balance o más bien de desbalance del acceso al poder entre el hombres y la mujeres. Los dichos populares sobre la capacidad de la mujer en el esquema social "en mi casa mando yo cuando no está mi mujer", o "el matrimonio es el lugar donde se duerme junto al enemigo", demuestran lo que es traduce en toda relación de oposición: El carácter fundamentalmente social de las relaciones de pareja, que trae consigo una larga historia de forcejeo por el poderío económico y social. Las mismas han convertido a la mujer en un ser cuyo poder en la estructura familiar (y, por ende en la sociedad), todavía es escamoteado por la fuerza del varón; disputa que proviene de épocas antiguas y aun sobrevive en las presentes. Al respecto podemos recordar lo que Engels señala cuando afirma que:

La abolición del derecho materno fue la gran derrota del sexo femenino. El hombre llevó también el timón en la casa; la mujer fue envilecida, domeñada, trocóse en esclava de su placer y en simple instrumento de reproducción. Esta degradada condición de la mujer, tal como se manifestó sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y aun mas en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada y disimulada, en ciertos sitios hasta revestida de formas suaves; pero de ningún modo suprimido.[18]

Engels indica además que, bajo la relación monogámica, entró en escena la forma de esclavitud de un sexo por el otro. De modo que, según este autor, "el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino."[19]

Esta escena bien hubiera podido ser el final del segundo acto de haber estado organizada esta obra en dos actos. Es en realidad, desde el punto de vista técnico, la que culmina una serie de elementos que tendrán que desempatarse en el siguiente "acto". Por supuesto, esto no es así, ya que Marqués pensó el desarrollo de esta en forma cinemática, lo que nos hace pensar que su subrayar el carácter moderno del tiempo en nuestra sociedad. El paso del tiempo en la sociedad industrializada moderna parece ir más rápido que en la sociedad de carácter agrícola. La escena es climática por dos razones: la particular de los velos, preparada por la emperatriz, y la erupción del volcán que socava materialmente el mundo presente e inmediato, imperturbable. Ambas se relacionan dentro de la estructura de narración dramática pues son, a fin de cuentas, el gatillo de la toma de conciencia de Tito, provocando en é1 una suerte de conversión.

La estructura se modifica para que Tito dé los pasos y aparentemente ingrese al universo trágico. Si reexaminamos la escena de la danza de los velos, que tanta importancia le da Marqués, podemos darnos cuenta cuán consciente estuvo el dramaturgo de la necesidad de ésta dentro de la estructura secuencial de la obra. La danza de los velos es, una revelación (o una des-velación tomada en su significado como galicismo, para el cual, asume el sentido de quitar el velo). ¿Cuál es el significado del término velo. Según Jorge Potroy García[20] el uso de esta prenda de vestir estuvo generalizado entre los hebreos del tiempo de Moisés. El mismo, está imbuido de significados diferentes según el caso, luctuoso, sexual, castidad, atracción y otros. Esta escena, preparada por la emperatriz, quien parece querer encontrar una explicación a la falta de amor de parte de Tito. René Marqués insiste en que mientras la escena se desarrolla ella lo mira insistentemente para sorprenderle en su reacción. Sin embargo, cuando la bailarina judía se quita su último velo queda únicamente una máscara de oro. En forma simultánea ocurre la explosión del Vesubio, cercano a la quinta veraniega imperial que no corre peligro inminente de destrucción. Escena que nos recuerda la otra similar en la quinta de Herodes, mientras destruían a Jerusalén. En la anterior perece la amante de Tito como resultado del volcán activo y, es esa circunstancia, la que abre camino para la "conversión" y entrada del personaje, aunque de manera parcial, al mundo de la tragedia desde una perspectiva sociológica..

Como la escena se produce durante la danza de los velos, y es aquí donde se da la explosión del volcán, Tito cae presa de una súbita necesidad de rectificar. Es evidente que Tito ahora asume un rol de "converso"; la máscara de oro que ve en el momento de la final des-velación de la bailarina misteriosa, parece simbolizar el rostro amado de Berenice:

 

A todo aquel que he herido id mí perdón. (Lleva la máscara a sus labios.) Todo lo que he quitado, lo restituiré. (Casi para sí.) Berenice...[21]

 

A partir de la escena VIII, sabemos que han pasado varios años. El emperador aquí, en razón de su conversión anteriormente mencionada, se ha trasformado en un gobernante distinto. Es por eso que se detalla la conversión en su discurso al senado:

 

... el desastre exterior me hizo volver los ojos al desastre interior, al mío propio. Desde entonces, lo sabéis, he sido con vuestra ayuda y apoyo, a mí mejor entender, un gobernante justo y equitativo, expandiendo el imperio, erigiendo monumentos para la gloria de Roma y preocupado constantemente por el bienestar de los romanos, de todos los romanos. Un día en que no he tenido ocasión de hacer el bien, ha sido un día perdido...."[22]

Se hace claro el impacto que la crisis espiritual generó en Tito. Notamos la presencia de su adhesión al dios oculto: Roma, que el discurso anterior demuestra; esto en preparación para el próximo paso que sería la renuncia al mundo. En este sentido esta tragedia se asemeja a la de Racine, la cual a juicio de Goldmann, contiene dos personajes trágicos. El teórico comenta que Berenice de Racine "tiene no ya uno, sino dos héroes trágicos, cosa rara y tal vez única en la historia de las grandes tragedias de la literatura universal." Un elemento que destaca Goldmann es que la obra no acaba con la muerte o con la entrada del personaje en el mundo de Dios. Algo que, en forma semejante, también ha dispuesto Marqués en su drama. De esto nos ocupamos más adelante.

El momento decisivo de la decisión de renuncia al mundo es aquél en que Tito se planta ante el Senado para impulsar una propuesta de todo o nada: renunciará si no le permiten casarse con una princesa extranjera. Como evidencia de entrada al universo trágico, Tito ahora parece tener un valor absoluto, uno de carácter sagrado: "he jurado a los dioses que rectificaré mis errores." "En Nápoles, ante la Ira de los dioses expresada por la furia del monte Vesubio juré enmendar mis humanas fallas. Sabéis que aquí en Roma lo he hecho, Sabed también que voy a Judea en busca de Berenice..."[23]

A estas exigencias el Senado accede, y le concede su petición que consiste en repudiar a la actual emperatriz y poder casarse con una princesa extranjera. De este modo Tito tiene el camino para cumplir el "volveré", que prometió a Berenice al comienzo de la ruptura.

La escena IX nos presenta a Berenice envejecida; accede a recibir a Tito. En la misma Berenice, por un momento, parece intentar rejuvenecerse, pero dándose cuenta de lo falso de su postura, opta por desistir; además, desde el punto de vista dramático, tal acción rompería la capacidad trágica de la circunstancia, y en eso Marqués es sumamente cuidadoso. Si hacemos una comparación homológica del papel de Berenice con nuestro país, veremos que las ideas de" maquillaje a la colonia" con las cuales se denominó en algún momento al ELA, o a cualquier intento de reformas a este estatus, no podría estar muy lejos de la intención de su autor, tan decididamente político en sus obras; la inclusión de esa posibilidad, a la par que esbozar el elemento de feminidad o de intento de aferrarse a lo que no puede de ser de su personaje, resulta harto significativo.

En un intento de afirmación de su propio ser ya envejecido Berenice rehúsa toda ocultación de su fealdad presente: "Tengo cabellos propios, no importa su color. (Se pasa un paño por el rostro.) Tengo un rostro propio que me han dado los años. ¡Fuera máscaras! Soy lo que soy. (Tira el paño al suelo.) Nada más, pero nada menos.[24] ¿Representa esta escena acaso, de manera "velada" el periodo de americanismo ingenuo de los años inmediatos a la ocupación norteamericana? ¿O acaso el proceso de decepción y reafirmación que siguió posteriormente?[25]

De aquí en adelante, se ponen de manifiesto los elementos del universo trágico de Berenice y de Tito, por igual. La escena entre también constituye una nueva revelación. A Berenice la cubre un velo que en su momento enseñará el rostro envejecido para asombro y horror de Tito. Estructura de temporalidad que permea toda la obra. Aquí se confrontan dos personajes trágicos de por sí. Tito ha vuelto, tiene el poder para llevarse a la mujer que verdaderamente le hacía feliz; pero es tarde. Es para ella doblemente triste pero "ella está fuera de toda pena. Acaso para los dos el destino está echado. Tito que es presa de la desilusión, verá caer por tierra su ilusión para entrar definitivamente en el mundo de la felicidad. Sin Berenice, ha estrado al trágico mundo de la soledad que los iguala en su destino, pero no los reúne.

La patética escena del desvelamiento de Berenice es muy lograda:

 

Berenice ¿Me llevarás contigo a Roma, ahora?

Tito (Retrocediendo.) Es imposible No eres tú. No eres. (p.99)

 

 

Y en una dinámica dialéctica muy interesante, Marqués hace decir al personaje de Berenice, que confronta al Tito frágil por la decepción: (...)Yo soy la realidad, Tito, la realidad que la pompa y la fuerza y la rapiña de Roma no te dejaron ver antes. La realidad de tu imperio soy yo.[26]

 

La negación de toda ambigüedad y de todo compromiso hacen ahora que Berenice se refugie en la resolución de su conciencia: ya no es posible el amor. Tito aún intenta volver atrás luego de su exigencia de claridad, ahora quiere volver a la ilusión de la que ya no podrá tener participación. De este modo la obra finaliza con un elemento de tragedia similar a la de Racine, en la que no se hace necesaria la sangre para que haya tragedia: "La soledad es ya la única compañera de Berenice." Cúmplese a mi entender, en esta obra, la aseveración de Goldmann [27] en la que indica que la tragedia "sin peripecia ni reconocimiento" es aquella en la que el héroe sabe desde el principio su incapacidad de reconciliarse con el mundo que carece de conciencia al que se "opone sin desfallecimiento ni ilusión algunos". En este caso la definición se ajusta a Berenice.

Podría pensarse que Tito sí impone al mundo sus exigencias: Se las impuso a Berenice, al Senado, a Flavia, etc. Y hace reconocimiento, pues termina por cobrar conciencia de la ilusión en el momento de la escena del Vesubio y después ante la revelación del envejecimiento de Berenice. ¿Es posible que Marqués haya podido hibridar un tipo de tragedia que contenga los dos aspectos goldmanianos al crear, como Racine, dos personajes trágicos? En verdad, no resulta tan evidente, dado al hecho de que el propio Marqués no ubica la pieza como una tragedia, más bien, le llama drama, pero en términos generales me atreveré a postularlo como una posibilidad. En todo caso sería un acercamiento a esta estructura la que por otra parte nos parece bastante probable.

Goldmann, procede a plantar lo mencionado al comienzo de este trabajo en relación a las estructuras significativas globales, cuyo carácter práctico, teórico y afectivo, solo pueden ser estudiadas y positivamente explicadas y comprendidas simultáneamente, en el contexto de una perspectiva práctica fundada en la aceptación de determinado conjunto de valores.[28] De este modo, Goldmann aclara que la tragedia sin peripecia ni reconocimiento es la que el protagonista sabe bien desde el comienzo, que no será posible la conciliación con un mundo desprovisto de conciencia, al que se opone sin desfallecimiento ni ilusión alguna.[29]

También hasta esta misma escena que comentamos anteriormente, la vida de Tito a nivel personal ha sido una de placeres y en la que ha abandonado un tanto sus asuntos de estado. Regresemos a la escena VII donde tenemos la oposición Tito versus Senado, ambos como representantes del mundo. Los senadores, advierten al emperador del descontento con su política, en todos los sectores que sirven de apoyo a su poder. Y, desde luego, le hacen notar la "molestia" que constituyen los cristianos. También le señalan que se ha dedicado más a la placer que al deber. El poder --ya lo hemos mencionado --es una estructura parcial que está presente en esta obra incluso porque el autor lo subtituló un "drama de amor, poder y desamor. " Sin embargo, es precisamente esta escena la contiene la revelación (en la de los velos) de la posibilidad de un castigo divino, y en la que Tito se doblega, ante el dios oculto, pues a él se imagina haber sido infiel. Hay una simultaneidad de acontecimientos, hemos ya dicho. La explosión del Vesubio ocurre durante la escena del des-velamiento de la bailarina que tiene su rostro cubierto por una máscara de oro. (Espectáculo preparado por la emperatriz.) Ahí Tito ha jurado : Si me perdonáis, seré fiel a Roma inmortal y no a mis mortales debilidades. Y finaliza su parlamento con un llamamiento al nombre de Berenice.

Pero es en la escena VIII donde ya preparado el camino por la precedente, Tito renuncia a la corona, puesto como amenaza para que se le conceda hacer de Berenice una princesa romana. El careo entre el emperador y los senadores justifica las contenciones de estos últimos, que por otro lado, homologa, la situación de Puerto Rico como pueblo hispano frente a EEUU como nación imperial. Los argumentos son transferibles, dice el Presidente del Senado: ¿ No sería esa extranjera una amenaza para Roma?

Tito Flavio le responde, irritado: ¿ Cómo podría serlo? ¿No sojuzgué a riesgo de mi vida a Judea para Roma? ¿No es la remota Judea una colonia nuestra hoy? Dónde está la amenaza de una mujer inerme, jamás interesada en las intrigas políticas, encerrada allá en un pequeño palacio, y vigilada por los nuestros.[30] En el prólogo del libro, Vázquez Álamo, refiriéndose a Sacrificio en el Monte Moriah señala que hay "sorprendentes tangencias y proyecciones a la realidad del mundo contemporáneo puertorriqueño y occidental..."[31] Además, el mismo prologuista ( y editor) plantea la intención "de retrotraer, recreándolos poéticamente, temas y ambientes remotos a la realidad de hoy." Hasta postula la posibilidad que puedan ser parte de una trilogía bíblica iniciada por la mencionada Sacrificio...[32] De la postura del Tito en el Senado pasamos a la terrible desilusión del mismo ante la circunstancia final, cuando el descubrimiento es asaz escéptico en boca de la protagonista: Para ella no hay y posiblemente no hubo posibilidad de amor. Así Berenice insiste en "que tu y yo jamás hemos conocimos el verdadero amor "y "Por falta de ese amor que no conocimos, quizá morirá el imperio que hoy consideras tuyo." Ambas aseveraciones refuerzan aun en el mismo final la posición de duda escéptica de la protagonista. El personaje de Tito es dejado a su abandono de tristeza, pues aunque para él existe la gloria del poder, la posibilidad de una vida sin amor, como la de ella, cierra el final que marca la entrada de Tito a su compromiso con el mundo,( ya visto en su interés de incorporar a Berenice a su corte), restándole un tanto su carácter de trágico de acuerdo con la teoría de Goldmann. De esta forma, Marqués logra impartir a su drama la doble característica de personajes trágicos a Berenice y, eventualmente a Tito, quien quedará contagiado del escepticismo, dado el caso de que históricamente, el cristianismo, que anda dándole candela en su circunstancia, tendrá un papel protagónico en la historia y caída de Roma. Vázquez Álamo, comenta que aunque "la princesa judía había rechazado , un tanto burlona y hasta cínicamente , la doctrina que predica Pablo de tarso pues ésta va a contrapelo de su tradición judaica, en el momento decisivo actúa --sin quizá saberlo--'cristianamente'."[33] Ese cristianamente supone de forma conspirativa, o incluso, como la socavadora del poder del césar. En este caso el poder de creer, que es el don adquirido en su "conversión ante la desgracia del Vesubio y que representó su cambio de actitud en la vida. En el final de la obra se le describe derrotado por la desilusión y por la realidad de que sólo queda en sus manos el poder, el cual --se lo ha dicho la misma Berenice-- está marcado por el tiempo y, sobre todo, por la circunstancia dudosa de que no haber podido remediar el entuerto con su bondad, permaneciendo con la conciencia de su daño, cosa que él había andado tratando de arreglar tras su "conversión" en el momento del desastre que produjo el volcán. Todas las aserciones de Berenice en ese momento final y de hondo dramatismo proveen para entender que a Tito le espera un tiempo de hondo escepticismo, en el que su participación en el poder no necesariamente ha de suponer un gustar de él. Sabemos por la forma decidida con que confrontó al Senado; le importaba tanto que hubiera renunciado; ahora, sólo tiene la decepción de haber conseguido el poder a cambio del amor, y ella ya le hizo ver que esa falta de amor era la causa de la futura erosión del mismo: "El amor que hoy muere, seguirá muriendo como ha muerto siempre. (...)Vuelve al espejismo de un sol que también llegará a su ocaso para ti. Y para Roma."[34] La nota final de acotaciones, nos señala que Tito es coronado césar, mientras que Berenice se sumirá en una soledad definitiva.

Podemos preguntarnos, entonces, si el escepticismo tan pronunciado en la misma resulta la estructura significativa coherente de Tito y Berenice. Hemos tratado de responder a esta posibilidad, pero resulta difícil asegurarlo de modo categórico. Sabemos que hay estructuras alternas de tiempo, de poder, de desamor. Tenemos la sospecha de que el escepticismo, vinculado al pesimismo característico de Marqués, subyace como estructura. Creemos que hay elementos como los presentados en el análisis anterior, que hacen suponer la presencia de la estructura de una visión trágica. Sin embargo, es muy probable que los mismos elementos que J.J. Beauchamp[35] menciona en su trabajo sobre Los soles truncos estén presentes también en esta obra, es decir, su pesimismo, político. Según Beauchamp en dicho ensayo Marqués tiene la ambigüedad del pensamiento trágico de la negación, pero exige claridad, esto en relación con el nacionalismo que deviene a pesimismo. La pérdida de su fe en la agricultura a la par con su actitud crítica ante la nueva economía industrial, son ejemplos de éste. El pensamiento trágico de Marqués, nos dice Beauchamp, coincide con el de un pequeño burgués-revolucionario, nacionalista, que defendía : "un capitalismo del tipo de nacionalismo al que él mismo, en cuanto nacionalismo, había identificado como suicida."[36]

Aunque el pesimismo de Marqués quiere ser positivo[37] desemboca en esta obra más bien en el escepticismo circunstancial de su personaje Berenice. Marqués, por supuesto, no es escéptico (al menos de forma absoluta), pues su posición independentista raya en el "nacionalismo militante" como oposición al nacionalismo "de bolero" que Quintero Rivera identifica como característico en la década del 30. Dice Quintero:

Entre los herederos de la vocación hegemónica de la clase de hacendados, sectores sociales que habían de configurarse en clase a finales de década (siendo el principal de éstos una segunda generación de descendientes de hacendados arruinados), la crisis de la identidad se manifestó en un tipo de nacionalismo que he llamado "de bolero": intenso en la "locura de emoción", pero matizados,. por "el realismo de la razón"; (...) El nacionalismo militante era la política de la defensa a ultranza de una clase que veía morir su modo de vida; el nacionalismo de bolero era un lamento estimulante o catártico para quienes, en su oposición a la debacle del capitalismo de las plantaciones y la política metropolitana en el país, fueron aspirando y sentando bases para una nueva posible hegemonía clasista.[38]

¿Es Tito y Berenice una tragedia? Marqués tiene predilección por este género y lo utiliza con conciencia de escritor comprometido, en el sentido sartreano del término. En el ensayo que trata sobre el pesimismo literario, Marqués postuló la sorprendente teoría según la cual el escritor pesimista puede ser un optimista.

Marqués, en el ensayo ya citado, afirma:

En efecto, ¿qué es, en última instancia, la literatura trágica desde sus comienzos helenos hasta el presente, sino una serie de denuncias de males desencadenados por hombres y dioses? Fatalidad, Destino, Hombre, Sociedad, Estado, Dios, no importa el nombre que pueda dársele al ente interpelado, el escritor pesimista presenta siempre su denuncia, implícita o explícita, ante ese alguien él cree responsable y de quien espera obtener -- fe recóndita, secreta esperanza -- una respuesta, quizás una feliz solución.[39]

Observamos entonces ese final similar al de la obra de Racine en el que aunque no hay muerte ni sangre, la desgracia de los dos trágicos estriba en que quedan condenados para siempre a su soledad exclusiva y mutua. Hermosa historia de contenido histórico pensada para hacernos reflexionar nuestra situación presente. La historia como el espejo de Berenice; reafirmación de la fealdad colonial y el añejamiento histórico en la contemplación de un pueblo intervenido. En la figura de Tito, Marqués intenta transmitirnos la idea de que como al césar, la relación política puertorriqueña con su metrópolis, a la larga no posee otro aliado que la persistencia inexorable de la temporalidad. Por supuesto, dado que esta postura es una visión de mundo harto pesimista, escéptica e indudablemente cómoda el temporalismo, es reaccionario y anti-dialéctico, un tanto tímidamente esbozado en la posibilidad de los cristianos como entes de cambio en la Roma imperial, Berenice se lo restrega en el rostro a Tito:

...¿Y bien? Hoy se llaman cristiano. Mañana de otro modo. ¿Tiembla por ello tu imperio?

 

A lo cual Tito contesta:

            Mi imperio no tiembla.[40]

En resumen, nos parece que Marqués participa de la visión de mundo trágico, propia de un sector de una clase social que, en un optó por una posición a favor de la independencia, en su vertiente de nacionalismo, pero que traduce a ideología por haber sido una postura típica de una clase en descenso. Su actitud es trágica pues la circunstancia política no le dejaba opción: o se está o no se está. Hay que vivir en el mundo sin participar ni gustar de él, de acuerdo a las ideas de Goldmann. En la figura del opresor, existe también, de alguna forma, la posibilidad de la supervivencia. Esta vivencia choca con los valores de la clase a la que Marqués se vincula, no sólo por provenir de ella, sino por asumir sus estructuras de pensamiento, y destacarlas tan evidentemente en su obra literaria. La actitud de superioridad, en muchos sentidos, ante la cultura del pueblo dominante, y ante sus instituciones; la postura escéptica que provoca la evidente realidad del coloniaje, y su carácter de estaticidad, la historia que otorga a la colonia su carácter de país mucho más antiguo que su metrópolis; la disimilitud de idiomas y una enormidad de diferencias que, históricamente, se han señalado hacen, posible el examen de una relación, en este drama, de dos figuras de alta estirpe en oposición dominador-dominado y en una relación de pareja, ante la posibilidad de balancear amor vs. desamor, por el valor relativo del poder donde recalcan francamente las obsesiones políticas de René Marqués, y quien de modo consciente-- y aun en otros aspectos inconscientes--, expresa el máximo de conciencia que su clase social ha sido capaz de producir desde el punto de vista sociológico genético.

Aunque la obra podría considerarse un trabajo menor, dentro de la dramaturgia de Marqués, es indudablemente una pieza lograda y madura. Representa también, desde el punto de vista técnico, un afán renovador del autor por asimilar las técnicas del cine e incorporarlas a su teatro. Representa una postura consistente dentro del teatro comprometido de Marqués, quien asume, en estas piezas, la revalorización del teatro alegórico con fines sociopolíticos. En este sentido, valida su propuesta dramática al convocar dramáticamente una toma de posturas que sirven a la reflexión al lector y en su momento a su probable espectador. ¨

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Beauchamp, José Juan. La tragedia de la negación, la residencia y la recuperación en el universo clausurado de René Marqués. (Aproximación sociológica a Los soles truncos. Revista de Estudios .Hispánicos. Año XI, 1984, p.31-32.

 

Engels, Federico. El oriqen de la familia, la propiedad y el estado. Buenos Aires: Claridad, 1974.

 

Goldmann, Lucien. El hombre y la absoluto. El dios oculto. Traducción de Juan Ramón Capella. 2da ed. Barcelona: Península,1985.

 

Marqués, René. Ensayos (1953 - 1971) . 2da ed. Río Piedras: Antillana, 1972.

 

----------            David y Jonatán - Tito y Berenice. Dos dramas de amor, poder y desamor. Río Piedras: Antillana,1970.

Quintero Rivera, Angel, et al. Cambio y desarrollo en Puerto Rico: la transformación ideológica del Partido Popular Democrático. Gerardo Navas, editor. Río Piedras: UPR, 1985.

Potrony,García, Jorge. La familia humana: del mito a la realidad. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1985.

Scarano, Francisco A. Puerto Rico. Cinco siglos de historia. San Juan: Mc Graw Hill, 1993

Vázquez Álamo, F. Análisis prologal. René Marqués. David y Jonatan - Tito y Berenice. Dos dramas de amor, poder   y desamor. Río Piedras: Antillana, 1970.

BIBLIOGRAFIA DE CONSULTA

 

Bambirra, Vania. El capitalismo dependiente latinoamericano. 11ava ed. México: Siglo XXI Editores,1986.

Díaz Valcárcel, Emilio. La visión del mundo en la novela. Río Piedras: Editorial U.P.R., 1982

Diccionario de términos marxistas. México: Grijalbo,1986

Frambez-Buxeda, Aline. Sociología política puertorriqueña. San Juan, P.R.: Tortuga Verde, 1990.

Goldmann, Lucien, et al. Sociología de la creación literaria. Buenos Aires: Nueva Visión, 1971.

Picó, Fernando. Historia general de Puerto Rico. Río Piedras: Huracán, 1986.

Pilditch, Charles R. René Marqués: A Study of His Fiction. New York: Plus Ultra, 1976.

Pizarro, Narciso. Análisis estructural de la novela. Madrid: Siglo XXI, 1970.

Quintero Rivera, Angel G. et al. Puerto Rico: Identidad nacional y clases sociales. (Coloquio de Princeton). 2da ed. Río Piedras: Huracán, 1981.



[1] Lucien Goldmann. El hombre y lo absoluto: El dios oculto, p.7.

[2] Ibid., p. 48

[3] Ibid.,p.67

[4] Ibid.p.74

[5] Ibid.p.78

[6] Ibid.p.89

[7] Análisis prologal en Dos dramas de amor , poder y desamor: David y Jonatán-Tito y Berenice. p. 7

[8] Op.cit. p. 415

[9] Ibid.

[10] Op.cit. p. 71-72

[11] Ibid. p.72

[12] Ibid. p.72.

[13] Ibid. p.73

[14] Ibid. p.73

[15] Francisco Scarano. Puerto Rico: Cinco siglos de historia, Cap. 19: p. 548-577.

[16] Op.cit. p.78.

[17] Op.Cit. p.101

[18] Federico Engels. El origen de la familia, la propiedad y el estado. p.66

[19] Op.cit.

[20]

[21] Op.cit. p.87

[22] Op.cit. p.89

[23] Op.cit.p 91

[24] Ibid.p 96

[25] Dice Francisco Scarano: "Algunos manifestaron su simpatía hacia los norteamericanos en forma retórica y exagerada." Op.cit. p.556

[26] Op.cit. p.100

[27] Op.cit. p.415

[28] Lucien Goldmann. Op.cit. p.7.

[29] Ibid.

[30] Op.cit. p.90

[31] Análisis prologal Loc cit. p. 7

[32] Loc cit. p.8

[33] Loc.cit.p.13

[34] Op.cit. p.100-101

[35] José Juan Beauchamp. La tragedia de la negación, la resistencia y la recuperación en el universo clausurado de René Marqués. ( Aproximación a Los Soles truncos). Revista de Estudios Hispánicos, año XI, 1984, p. 31-32

[36] Ibid.

[37] Marqués en su ensayo Pesimismo literario y optimismo político: su coexistencia en el Puerto Rico actual, en su libro Ensayos, dice: "Estamos ya en condiciones de enunciar sin ambages una sorprendente teoría: el escritor pesimista puede ser --y creemos que lo es en la generalidad de los casos-- un optimista.(...) p.83

[38] Angel Quintero Rivera. La base social de la transformación ideológica del Partido Popular en la década del 40. en Cambio y desarrollo en Puerto Rico: la transformación ideológica del Partido Popular Democrático. Gerardo navas, editor. p. 81

[39] Op.cit. p.82-83

[40] Op.cit. p.100

publicado por remapa a las 13:26 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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Reynaldo Marcos Padua

Profesor de Estudios Hispánicos. Narrador, poeta, antólogo e investigador literario. Interés por la música, conocedor de la música popular de tríos. Interés en la literatura hispánica en general de todas las épocas.

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