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Ensayos Hispánicos
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05 de Enero, 2011 · General

La narrativa de Lope de Vega

Reynaldo Marcos Padua, PhD

 

La asociación del nombre del “Fénix de los Ingenios” al término narrativa tal y como entendemos dicho vocablo en el tiempo actual, puede resultar extraña al lector corriente y aun al entendido, dada la extendida noción del dominio de Lope sobre el teatro barroco, y de su consolidación, ya en vida, como poeta de altos vuelos. Desde luego, dentro de tan amplia gama de recursos, como la tuvo Lope, la narrativa apareció a partir de la publicación de su Arcadia (1508); incursión en la novela de carácter pastoril que vino a servirle de vehículo para sus dotes de poeta, género que permitía la expresión en verso, así como la narración de una historia sentimental. El prestigio de este polígrafo en materia dramática era indiscutible; la de poeta, dado que el teatro se escribía en verso, indudable. El ámbito de la narrativa era otro cantar. Lope declara a su amante Marcia Leonarda, en la introducción a “Las fortunas de Diana” que

            No he dejado de obedecer a vuestra merced por ingratitud, sino por temor de no acertar a servirla: porque mandarme que escriba una novela ha sido una novedad para mí, que aunque es verdad que en el Arcadia y Peregrino hay alguna parte de este género y estilo, más usado de italianos y franceses que de españoles, con todo eso, es grande la diferencia y más humilde el modo.[1]

 

Lope entonces se esmera en hacer recuento a su narratario (Marcia Leonarda) que hay diferencia en el pedido. Que ahora estará dentro de un género nuevo, por ser el cuento “literario”, a lo Boccaccio, lo que habrá de abordar. Y le reitera que hay un entronque en la tradición suya que se remonta a la tradición oral y a la influencia de la novela de caballerías:

 

                  En tiempos menos discretos que el de agora, aunque demás hombres sabios, llamaban a las novelas “cuentos”. Estos se sabían de memoria, y nunca, que yo me acuerde, los vi escritos, porque se reducían sus fábulas a una manera de libros que parecían historias y se llamaban en lenguaje puro castellano “caballerías”, como si dijésemos: ‘Hechos grandes de caballeros valerosos’[...][2]

 

Y procede a comunicarle que “nunca pensé que el novelar entrara en mi pensamiento”[3], pero que estimulado por su petición se lanzará a la narración que le sucede. El propio Lope reconoce que su experiencia como narrador en sus “novelas” referidas hay “alguna parte de este género y estilo”, es decir, no totalmente. Y es que en su narrativa Lope carga la mano en la utilización de la poesía, género que domina al dedillo. Tanto en la Arcadia como en El peregrino en su patria, lo narrado está sustentado por la inserción de largos poemas complementarios.[4] Con ello no hay problema, ya se ha dicho modernamente que la novela, como entendemos el término hoy día, es una suerte de gaveta de costurera, o como dice Baroja “es un cajón de Sastre.” Cela ha ido más lejos: “cualquier cosa que uno quiera poner entre dos tapas.” Si bien la idea de totalidad inclusiva es inherente a la novela en cuanto a género, a la que Vargas Llosa catalogó como “el más imperialista de todos los géneros”, aquí es necesario no olvidar que estamos en los inicios de la definición del género a la que, después de todo, se conoce más como “historia” que con el concepto que habría de albergar la idea de Lope de que los sabios “llamaban a las novelas cuentos”.

Con la moderna impugnación de la pureza de los géneros literarios hay mucha tela para cortar.[5] Y ahí podemos, al remontarnos a esos orígenes barroco-renacentistas, en que el género en lengua hispánica está por trazar su idiosincrasia. Algo que, por otro lado, ya Cervantes ha hecho con su obra maestra.

A Lope hay que tomarle en cuenta en este momento de precisión del género, tanto en lo que hoy llamamos novela (historia) como al cuento literario (novela). Cervantes había precisado su importancia en la originalidad con que anuncia sus “ejemplares” versiones de lo ya probado por italianos y aun franceses.[6] Con relación a “historia”, sabemos que en La Dorotea, a la que Lope da estructura dramática, salvo que está en prosa y sigue más de cerca a La Celestina de Rojas, el autor en boca de Fernando (personaje alter ego)[7] que, poeta como el autor, afirma, al referirse a la obra “por eso es historia verdadera la mía.” Desde luego antes ha puesto en boca de Julio lo siguiente: “Tres meses ha que salimos de Madrid; y si los amores de don Fernando fueran en alguna comedia, dado habíamos en tierra con los preceptos del arte, que no dan más de veinticuatro horas, y salir del lugar es absurdo inculpable.” Por supuesto, un comediógrafo como Lope sabe perfectamente todo esto, lo expresa para dejar claro que su texto es “historia”, o sea “novela” hoy en día, lo que establece la distancia entre el artilugio teatral con que narra. Hay que observar como Lope juega con esos parámetros de lugar y tiempo en su Peribáñez y el Comendador de Ocaña, que posee una movilidad de espacio admirable y en cuya representatividad como comedia, cuenta ejemplarmente su fábula.

Igualmente es de considerar el recurso que constituye Marcia Leonarda, seudónimo que esconde la persona de su amante Marta de Nevares. La literatura siempre ha tenido como objetivo un lector, y ese lector ideal, en la narrativa sentimental, indudablemente será la mujer. [8] Así, nos dice el profesor Sánchez Martínez que, desde Boccaccio se ha vinculado la lectura de novela, primero, y de novela y comedias, después, a la mujer. Pues, retomando el concepto de seducción sonora, la mujer, cuando leía una comedia, modulaba el tono y gesticulaba como si estuviera actuando en un corral. Pues con la lectura de las novelas ocurría lo mismo. El grado de seducción por la fonía y de pasión era muy parecido y cercano. Para Baquero Goyanes esto supone una clave importante en la relación de la novela corta y el teatro. Procede el autor a mostrar la relación entre las novelas a Marcia Leonarda y referencias integradas al teatro o a la tradición representativa como la Celestina, y otras obras tenidas como tal.

Nos dice Francisco Rico, en su Prólogo a la edición de Alianza de Las novelas de Marcia Leonarda:

      Con tal perspectiva de la historia y el carácter  del género, Lope va a esforzarse por escribir sus novelas combinando la originalidad, el entretenimiento y el saber (en otras palabras: haciendo obra castiza, amena y literariamente digna) y en su caso, sazonando la mezcla con dosis tolerables de originalidad.[9]

El propio Lope une el término “cuento” al referirse a lo narrado. En las “Fortunas de Diana”, de momento dice: “Contenta estará vuesa mercé, señora Leonarda, de la mejoría de nuestro cuento.” Aunque use el término novela y novelador mucho más. Pero es la obra El Peregrino en su patria donde Lope da unos preceptos de su visión de narrador (poeta):

“Si al poeta heroico le conviene el argumento verdadero, con cuanta más razón le convendrá al historiador: y si esta opinión, en la poesía tiene pareceres contrarios, a la historia, ninguno le niega, que la verdad sea su fundamento como se ve, en el poco crédito que ha habido en el mundo (...) De las cosas incógnitas, o que jamás fueron escritas, ni vistas, arguye el que lee, o el que escucha, la falsedad que las trata. Las que no tienen apariencia de verdad, no mueven, porque como dice en su Poética Torcuato Taso, donde falta la fe, falta el efecto, o el gusto de lo que lee; y acreditando esta opinión con Píndaro, grandemente se esfuerza la elección de los argumentos de las cosas verosímiles, que han sido o pueden ser, o que hay fama de su noticia. ¿A quién parecerá creíble el yo sigo? Tanto más obligado a que sea cierto, cuanta diferencia tiene la licencia de la poesía, a la verdad de la historia. El ir suspenso el que escucha, temeroso, atrevido, triste, alegre, con esperanza, o desconfiado, a la verdad de la escritura se debe, o a lo menos que no constando que lo sea, parezca verosímil.”[10]

Ya en su Arcadia Lope había dejado amparado su relato a la luz de la teoría antigua grecolatina (sobre la que se esfuerza en mostrar erudición) que:

“No solo ha de saber el poeta todas las ciencias, o al menos, principios de todas, pero ha de tener grandísima experiencia delas cosas, que en la tierra, y mar, suceden para que ofreciéndose ocasión de acomodar un ejército, o destruir una armada, no hable como ciego, para que los que lo han visto, no le vituperen y tengan por ignorante. Ha de saber el trato y manera de vivir, y costumbres de todo género de gente: y finalmente todas aquellas cosas de que habla, trata, y se vive: porque ninguna hay hoy en el mundo tan alta, o ínfima, de que no se le ofrezca contar desde el mismo Creador, hasta el más vil gusano.”[11]

 

Estamos hablando de dos conceptos tan accesibles modernamente y poco fijos entonces: novelista y cuentista. Lope es novelista en La Arcadia (1598)y en El peregrino en su patria (1604). En ambas obras, de estructura similar el Lope narrador lo es con gran despliegue de imaginación y soltura; pero, en ambas, inserta una considerable cantidad de versos que, en La Arcadia, cuanto menos se justifica, aunque llega a ser un tanto excesiva, pero comprensible porque es el modelo: Otro tanto hizo Cervantes en su Galatea. En El Peregrino..., narración de carácter bizantino, aunque muy personalizada por Lope, pues las peripecias se quedan en ciertas zonas de España, aunque hay una pequeña aventura, tipo novela morisca, en África. Esta novela, muy bien narrada, contiene interés actual en la forma de narrarse por lo bien contada. El problema para el lector moderno radica en las intercalaciones teológico-alegóricas de los actos sacramentales que ha distribuido el autor en las distintas partes de que se compone que hacen la espera de la trama principal, ya de por sí enrevesada por otras subtramas. Y la intercalaciones de largos poemas, muy hermosos, que cumplen no otra tarea que la morosidad deseable en la narración extensa. En su momento, esto era esperable, y hasta bien traído. ¿Quién iba a disputarle al príncipe de los poetas españoles de entonces que no adornase sus narraciones con versos llenos de su maestría? Pero el paso del tiempo y la costumbre de hoy día no acepta con facilidad tanto aparato. Y máxime la inclusión de lo teatral tan esperado en Lope de Vega, por ser quien fue en ese campo de la literatura. Este es igualmente el problema en La Dorotea, novela[12] a la que el propio autor subtitula “acción en prosa”. Acción es la traducción de drao, o drama en griego. Pero acción al estilo Fernando de Rojas en su Celestina, una tragicomedia que en realidad resulta una narración ya que como teatro es irrepresentable. Esa irrepresentabilidad que también encontramos modernamente en el teatro de Valle-Inclán, Romance de Lobos, por ejemplo.

La Dorotea está estructurada como comedia en lo superficial. Dentro es otra cosa. Una novela en diálogo, desde luego. Y no está en verso. Ahí, se nos antoja moderna. Pero la estructura elegida por Lope nos parece un no querer alejar demasiado a su público, acostumbrado a sus comedias (en ella también inserta poemas), y el deseo de apartarse de la representatividad para pesar más la mano en la caracterización de la mayoría de los personajes, por cierto mujeres.[13] Es interesante anotar que Lope se muestra defensor de la igualdad, o a menos consciente de la igualdad aun cuando en boca de sus personajes pone la diferencia de género.

      DOROTEA: Porque Dios me libre de mí misma, y la muerte ponga fin a tantas desventuras como cercan mi afligido corazón y flaco espíritu; que la mujer más fuerte al fin es obra imperfecta de la Naturaleza, sujeto del temor y depósito de las lágrimas.

      FERNANDO: Cuando Naturaleza, atendiendo a lo más perfecto, por falta de la materia no hizo lo que pretendía, que es el hombre, sacó muchas excepciones de la común flaqueza.[14]

El otro problema que hallamos en El peregrino... y aun en menor medida en La Arcadia, en La Dorotea resulta abrumador: el interés de mostrarse versado en latines y en literatura antigua. Y aun de la hebrea. Es indudable que Lope conoce, sea directa o indirectamente, el canon grecolatino, pero un afán de exhibicionismo culto plaga estas obras, El peregrino y La Dorotea de exceso de artificiosidad en ampararse en las autoridades antiguas. Al lector moderno resulta a veces disuasivo. Se me antoja una edición abreviada de El Peregrino en su patria en la que se salte de todo el andamiaje poético y poético-alegórico y se deje al desnudo la sabrosura de las aventuras que su entramado posee. Hasta un milagro que se relata allí tiene más del “realismo mágico” de las obras modernas: un pintor devoto de la virgen, a mitad de pintar la Virgen cae con todo y andamio; se encomienda a la Virgen y esta saca el brazo del cuadro y lo rescata. La historia sigue de lo más interesante pero baste aquí para apuntar el detalle.

Lope también aborda la narrativa en Pastores de Belén. Sigue de cerca la estructura de la novela pastoril, pero con afán de distraer a sus hijos. En palabras de Alonso Zamora Vicente:

Estos pastores no tienen nada de profanación o de burla: recitan una y otra vez poemas admirables, con boca limpia y candorosa, dicen largos párrafos llenos de complicada casuística, y con su rústica andadura remueven todo el patrimonio cultural de Lope, al lado de sus más nobles remedos de la tradición popular.[15]

El Lope cuentista aparecerá dentro de esas narraciones extensas, aquí y allá, donde como relleno útil, inclusive en las Novelas a Marcia Leonarda, coloca cuentecillos para colorear sus argumentos. Algo similar sabemos de Cervantes. Pero estos quedan dentro del relato acaso de tradición. El cuento como lo entendemos hoy, o acaso la nouvelle, la novela ejemplar, si acaso, está en esas sabrosas invenciones que dedicó a su amada Marta de Nevares. La modernidad indudable de estas narraciones acaso por su brevedad y ahorro de los artificios que sus novelas mayores guardan las hacen más próximas a nuestro gusto. Las fortunas de Diana, guarda un personaje femenino con una libertades que solo modernamente gozan las chicas de hoy. Claro que la aventura entre pastoril y bizantina no estará lejos de la sensibilidad cinemática del presente. Bien ha dicho la estudiosa de Lope Carmen Rabell al comentar que: A pesar de que Lope se inserta en una práctica de la ‘novela’ que ya había echado mano de recursos retóricos con el fin de evitar la censura y complacer, al mismo tiempo, al lector más malicioso, su uso particular de estos recursos lo convierten quizá en el autor que más acercó su práctica en el género a lo que más tarde conoceríamos como la novela moderna.[16]

La aportación indudable de Lope a la comedia, al teatro en sí mismo, no se discute. Su poesía lírica dentro de su momento, tiene pie en la trascendencia del momento actual.  Entonces, es preciso reflexionar qué puede darnos su narrativa, suponiendo que haya lectores para esas historias, más allá de la curiosidad erudita. Pues creemos que Lope es un maestro del narrar, no tan glorioso como comediógrafo, no tan altísimo como poeta, pero sí excepcional en cuanto a su momento en que la narrativa está por definirse; en cuanto a que sus incursiones debían alejarse, quisiéralo o no, de su rival involuntario, el bueno de Miguel de Cervantes. Pero si éste debía serle segundo o tercero en materia de teatro a Lope, en narrativa Lope tenía el violín segundo. Si hoy leemos a Cervantes como padre de la novela moderna y del cuento literario moderno, no está de más examinar la narrativa de Lope de Vega, más allá de la curiosidad que ello conlleva.

 

Referencias

 

Adde, Amelia Memoria de la palabra : Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Burgos-La Rioja 15-19 de julio 2002 coord. por Francisco Domínguez Matito, María Luisa Lobato, Vol. 1, 2004

Defnis de Calvo, Emilia. El cronotopo de la novela española de peregrinación: Alonso Núñez de Reynoso y Lope de Vega. Criticón, núm. 56. 1992. En Centro Virtual Cervantes.

Del Moral, Rafael. Diccionario práctico del comentario de textos literarios. 2da.ed. Madrid: Verbum, 1996.

Ferrer Valls, Teresa. “Teatros y representación cortesana. La Arcadia de Lope de Vega: Una hipótesis de puesta en escena.” Univerdidad de Valencia. (Pdf Adquirido vía internet.) s.f.

Fradejas Lebrejo, José, Media docena de cuentos de Lope. 2003. Biblioteca Virtual Universal. Pdf adquirido vía internet, por Google.

González Mas Ezequiel. Historia de la literarura española. T. III, Barroco. San Juan, UPR. 1989.

Lope de Vega. El peregrino en su patria. Madrid, 1773. Versión de internet, Google Books.

                        La Arcadia. Madrid, Gregorio Rodríguez, 1645. (Versión de la Biblioteca de la Complutense), en Google Books.

                        La Dorotea. Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. Madrid: Revista de Occidente, 1955.

                        Novelas a Marcia Leonarda. Edición, prólogo y notas de Francisco Rico. Madrid: Alianza, 1968.

Marchese Ángelo. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Versión castella Joaquín Forralledas. 7ma. ed. Barcelona: Ariel, 2000.

Márquez Villanueva, Francisco. Lope: Vida y valores. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1988.

Percas de Ponseti, Helena. Lope y Cervantes: Postrimerías de un duelo literario. Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society. 23.1 (2003) Pdf, Adquirido vía Google por internet.

Rabell, Carmen R. Lope de Vega. El arte nuevo de nacer “novellas”. Londres: Tamesis, 1992.

Rayné, Florence. “Pastores de Belén, de Lope de Vega: ¿Una novela para niños?” Didáctica. Lengua y Literatura. Vol. 14, 2002). Pdf, adquirido vía Google, internet.

Sánchez Martínez, Rafael. “La influencia del teatro en el arte narrativo de Lope de Vega.” Revista electrónica de estudios filológicos. Numero 12, diciembre de 2006. Pdf vía internet.

Todorov. T. et al. Teoría de los géneros literarios. Compilación de textos y bibliografía de Miguel A. Garrido Gallardo. Madrid: Arco/ Libros, 1988.

Zamora Vicente Alonso, Lope de Vega, su vida y su obra. Madrid: Gredos, 1969.



[1] En Novelas a Marcia Leonarda, Edición, prólogo y notas de Francisco Rico. Alianza Editorial, 1968.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] En la teoría épica renacentista [...] con frecuencia parece estarse debatiendo estructuras insertas; y, a veces, así es. La épica puede realmente contener formas insertas. Alaistar Fowler, “Género y canon literario” en Teoría de los géneros literarios. Compilación de textos y bibliografía de Miguel A. Garrido Gallardo. p. 102.

 

[5] Bernard E. Rollin, “Naturaleza, convención y teoría del  género.” En Teoría de los géneros literarios, op. cit. 129-153.

[6] ...y es así que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y estas son mías propias, no imitadas ni hurtadas (...), prólogo a Miguel de Cervantes  Novelas ejemplares. México, Editora Nacional.

[7] Tiende a cometerse el error de dar por sentado que ciertos personajes son Lope. Por ejemplo, Ezequiel González Mas, en su Historia de la literatura española (Barroco, s. XVII),(UPR, 1989) al resumir La Dorotea, incurre en el desacierto de identificar biográficamente los personajes: “sus cinco actos reflejan los amores entre el autor y Filis. Dorotea (Elena) rompe las relaciones con Fernando (Lope), instigada por su madre Teodora  (Inés de Osorio) partidaria del rico don Bela (Perrenot de Granvela).” Con este tipo de identificación biográfica, aunque no sea totalmente falsa, supedita la ficción a una dependencia de las experiencias de vida. Y la ficción aunque esté basada o no en vivencias no deja por eso de ser ficticia. A este asunto conviene recordar a  Amelie Adde: “En efecto, a través de una declaración que bien parece ser una denegación, reivindica el autor del Prólogo la libertad del autobiógrafo, su derecho a ficcionalizar su vivencia personal. De una forma totalmente irónica, admite lo imposible que es la escritura autobiográfica, entre otros motivos por la distancia del tiempo. El sujeto es constantemente otro: uno nunca es lo que fue o lo que ha sido. Y más, si recordamos que este Prólogo apócrifo juega con la identidad de los autores: el autor de La Dorotea, evocado en tercera persona que lógicamente es Lope, y un “ yo ”, supuestamente don Francisco López de Aguilar, que resulta ser el mismo Lope. Este desdoblamiento de Lope en un “ él ” y un “ yo ” obliga a considerar con las máximas precauciones el contrato de lectura y a evitar una interpretación literal de afirmaciones tales como “ el asunto fue historia ”. La ironía entendida como distanciamiento está sin duda presente en el paratexto.” Memoria de la palabra : Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Burgos-La Rioja 15-19 de julio 2002 coord. por Francisco Domínguez Matito, María Luisa Lobato, Vol. 1, 2004, págs. 157-168

 

[8] Rafael Sánchez Martínez. “La influencia del teatro en el arte narrativo de Lope de Vega.” Revista electrónica de estudios filológicos. Numero 12, diciembre de 2006.

[9] Op. cit.

[10] Lope de Vega. El peregrino en su patria. Madrid, 1773. Versión de internet, Google Books, p p.188. Versión modernizada nuestra.

 

[11] Lope de Vega. La Arcadia.  Madrid, Gregorio Rodríguez, 1645. (Versión de la Biblioteca de la Complutense), en Google Books. p.333.

[12] “Libro denso y perfecto”, lo cataloga Francisco Márquez Villanueva, que, aunque “recibida con indiferencia, a su juicio es una”obra maestra.” Pero señala: “Aunque La Dorotea no tenga por qué ser Ana Karenina, el recuerdo de las Novelas a Marcia Leonarda ilustra mejor que ningún otro argumento esta nueva personalidad de Lope en su culminación creadora.” Poco antes ha afirmado que tratando “de novela es preciso aclarar que nada coincide en La Dorotea con lo que Lope entendía como tal.”  Lope: Vida y valores. San Juan: EduUPR, 1988, p.262.

[13] 8 GERARDA: ...Los hombres en cualquiera edad hallan sus gustos, y son buenos para los oficios y para las dignidades: tienen entonces más hacienda, y son más estimados; pero como las mujeres sólo servimos de materia al edificio de sus hijos, en no siendo para esto, ¿qué oficio adquirimos en la republica? La Dorotea. Edición, prólogo y notas de José Manuel Blecua. Universidad de Puerto Rico. Revista de Occidente, Madrid, 1955.

[14] Ibid.

[15] Lope de Vega, su vida y su obra. Madrid: Gredos, 1969.

[16] Lope de Vega, el arte nuevo de hacer novelas. London, Tamesis Books, LTD. 1992, p.77.

publicado por remapa a las 10:44 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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Reynaldo Marcos Padua

Profesor de Estudios Hispánicos. Narrador, poeta, antólogo e investigador literario. Interés por la música, conocedor de la música popular de tríos. Interés en la literatura hispánica en general de todas las épocas.

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